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sábado, 4 de abril de 2020

Los ingredientes de la felicidad

La alegría, la tristeza, la ira y el miedo son cuatro emociones básicas. Cada una tiene diversas manifestaciones, así la tristeza está relacionada con la amargura, la aflición, la pena..., la ira con la irritabilidad, el cólera, el furor..., el miedo con la incertidumbre, el pánico,..y la alegría se puede convertir en diversión, deleite, dicha, satisfacción,...

Nuestra salud mental y emocional depende de varios factores. De todos, hay cuatro, que si bien siempre son importante, ahora tienen mayor importancia, en la situación de confinamiento en la que nos encontramos. Me refiero:

Primero, la Alimentación, que debe ser completa, equilibrada, suficiente, variada, segura y adecuada a las características de la persona y a sus circunstancias, como la edad, el sexo, la constitución  corporal, la actividad física y la historia clínica de cada uno, así como los hábitos alimentarios, el estilo de vida, el lugar de residencia y la época del año. 

Debemos estar bien hidratados, bebiendo al menos, ocho vasos de agua al día.

Hay que tener mucho cuidados con los tóxicos, huir del tábaco y el alcohol, beber con mucha moderación y responsabilidad.

Segundo, la actividad física y ejercicios, adecuados, también, a nuestras circuntancias personales: edad, salud, enfermedad, estados fisiológicos. Al menos treinta minutos diarios. Los beneficios son muchos y buenos para nuestro organismo.

Tercero, las relaciones familaires y sociales, que a pesar del aislamiento físico y la distancia social, practicamos en estos días, a través de distintos medios. Las TIC (tecnologías de la información y comunicación) nos acerca a familaires y amigos.

Y, cuarto, el descanso y el sueño. No hay que confundir el descanso con la inactividad, se puedo está realizando una actividad y se puede estar descansando, aunque requiere tranquilidad, relajación libre de estrés emocional y de ansiedad. Cada persona entiende el descanso de manera diferente. Unos leen, otros hacen ejercicios de relajación, otros pasean por la casa, ven alguna actividad lúdica o cultural.

Pero en estos días que nos toca vivir, dolidos por lo que ocurre, nos sentimos como si hubieramos perdido el control de nuestras cosas y nuestras vidas, es difícil concilair el sueño, mucho más para los que padecen de inmsonio. Per dormir es tan importante, que nos pasamos durmiendo una tercera parte de nuestras vidas. Sabemos que durante el sueño tienen lugar cambios en las funciones somáticas y en los procesos mentales de vital importancia para el equilibrio psíquico y físico de las personas. El cuerpo y la psiquis se recuperan con las distintas fases del sueño, por el contrario la falta inciden en el buen funcionamiento de nuestras actividades cognitivas como son la atención, la memoria y la creatividad.

Estos cuatro factores mencionados son buenos para nuestro cuerpo y para el corazón, y lo que es bueno para el corazón, es bueno para nuestro cerebro y, por tanto, para nuestra salud mental y bienestar emocional.

No es lo mismo estar alegre que ser feliz. La alegría  es un bienestar momentáneo, aunque hay personas más alegres que otras. Cuando tenemos paz interior, bienestar emocional y satisfacción personal nos sentimos felices. Es un estado de ánimo positivo. Pero la felicidad humana, nunca es completa.

Tener un estado de felicidad completo, es imposible. Por ejemplo, Sigmund Freud, afirmaba que la felicidad era algo utópico y que lo máximo que el ser humano podría alcanzar sería una felicidad parcial. Así, que tenemos que luchar, día a día, por ser felices.

Pero la pregunta que todos los seres humanos nos  hacemos es que necesitamos para ser felices: podemos decir que cada persona es feliz a su manera. 

En este sentido, seguro que los lectores de este escrito, serán felices de maneras diferentes. Pero algo habrá en común, que casi todos compartiremos, para ser felices o al menos tener momentos de felicidad.
 

Y, ese algo, lo escribía el teólogo Thomas Chalmer, cuando afirmaba: «La dicha consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quién amar y alguna cosa que esperar». 

A estos tres ingredientes, podríamos añadir otros  muchos, pero destacaría dos más: disfrutar y agradecer. Estas cinco palabras serían los ejes de la felicidad.

Tener algo que hacer
Tener ilusiones, sueños e inquietudes e intentar realizarlos. Sobre todo haciendo lo que más nos gusta. Y poniendo pasión en ello. El no tener nada que hacer nos lleva al aburrimiento, al aislamiento, la temidad soledad no deseada y, hacia la tristeza y la depresión. En las personas mayores el tener “algo que hacer” es fundamental para un envejecimiento saludable.
 
Tener alguien a quien amar
Amar y ser amado/a. Pero un amor real, sin toxicidad, razonado. El amor a nuestra pareja, familia, amigos, animales y, por supuesto, a la naturaleza en su conjunto, nos hace felices.
 
Tener algo que esperar
La esperazanza de que algo bueno va ocurrir. El deseo que se cumpla nuestros objetivos y nuestras metas, las ilusiones y la inquietudes. Pero, sin obsesionando por con el futuro, viviendo el presente, gestionándo adecuadamente las emociones, potencciando las positivas y canalizando las negativas.
 
Tener la convicción de disfrutar
Cuando queremos conseguir algo, tenemos que recorrer un camino, y tan importante es éste como la la meta. De este modo, aunque no consigamos lo deseado, no será un fracaso, porque hemos disfrutado del viaje y hemos aprendido, seguro, algo nuevo,

Y, Agradecer
Es un sentimiento de estima, de reconocimiento y agradecimiento, que debemos mostrar siempre, hacia quien nos hace un bien o prestado un servicio.

En estos días difíciles, a causa del coronavirus, con miles de fallecidos, sentimos que nuestra salud y nuestra vida, están amenazadas de muerte. El hecho de salir a nuestros balcones a aplaudir a quiénes están en primera línea, agradecer su abnegación y profesionalidad, no solamente da ánimo a estos profesionales, sino que nos sentimos reconfortados, y son momentos de alegría en el que todos nos aplaudimos.

Nuestra Esperanza nos es ciega, sabemos que todos de una u otra manera, trabajamos para ser felices.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Ejes de la felicidad

La alegría, la tristeza, la cólera y el miedo son las cuatro emociones básicas. Cada una tiene diversas manifestaciones, así de la alegría nace: el disfrute, la felicidad, la diversión, el estremecimiento, el éxtasis, la gratificación, el orgullo, el alivio, el capricho, la extravagancia, el deleite, la dicha, el placer sensual, la satisfacción y la manía patológica.

La felicidad humana, entendida como la capacidad para disfrutar de los placeres de la vida, es un estado de ánimo positivo.

Al estudio de la felicidad nos podemos aproximar desde la filosofía, la psicología, la sociología y la antropología. Podemos buscar las bases anatómicas y los neurotransmisores que intervienen cuando vivimos un momento feliz.

Pero la pregunta que todos los seres humanos nos podemos hacer es que necesitamos para ser felices: pues diría que cada persona es feliz a su manera. En general, para los “occidentales” autorrealizarnos, ser autosuficiente, sentir placer, evitar el sufrimiento, estar enamorado. Para los orientales, según su filosofía de vida, la mayor felicidad la alcanzaría viviendo en armonía. Desde el punto de vista de un creyente, la unión con Dios sería el máximo de felicidad. Para un cristiano el seguimiento y comunión con Cristo Resucitado por medio del Espíritu Santo.

Seguro que cada uno de los lectores que lean este artículo serán felices de maneras diferentes. Pero algo habrá en común que casi todos compartimos para ser felices o al menos tener momentos de felicidad.

La clave están en cuatro palabras que son, desde mi punto de vista, los elementos comunes, los ejes básicos de un estado de ánimo feliz: Hacer, Amar, Esperar y Disfrutar.

1. Tener algo que hacer: ilusiones, sueños e inquietudes e intentar llevarlos a cabo. Sobre todo haciendo lo que más nos gusta, y si no puede ser, hacerlo en los ratos libres. Y siendo apasionado en ello. El no tener nada que hacer nos lleva al aburrimiento, al aislamiento, a veces a la tristeza y a la depresión. En las personas mayores el tener “algo que hacer” es fundamental para un envejecimiento saludable.

2. Tener alguien a quien amar: el afecto a nuestra familia, amigos, animales y la naturaleza en general.
 
3. Tener algo que esperar: el deseo que se cumpla nuestras metas, las ilusiones y la inquietudes pero teniendo los pies en el suelo. Viviendo el presente, sin obsesionando por el futuro.
 
4. Tener la convicción de disfrutar: tan importante como la meta es el camino recorrido. De este modo aunque no consigamos lo deseado, no será un fracaso porque hemos disfrutado del viaje y hemos aprendidos seguro algo nuevo.

Optimismo y felicidad

La medicina, la psiquiatría y la psicología tradicionalmente se han ocupados de estudiar aspectos negativos y patológicos del ser humano como son la depresión, la ansiedad, el estrés, y un largo etc. Y se ha dejado de lado capacidades o aspectos como el optimismo, la felicidad, la creatividad, el humor, la inteligencia emocional, la resilencia, la autoestima, etc.

EL enfoque capaz de crear salud fue realmente impulsado por Martin Seliman de la Universidad de Pennsyvalnia padre de la Psicología positiva que es una rama de la psicología que estudia las bases científicas del bienestar psicológico y felicidad así como de las fortalezas y otras capacidades mentales.

Ya Aristóteles escribió sobre la felicidad (eudaimonia), y en psicólogos humanistas como Abraham Maslow o Carl Rogers también encontramos antecedentes como la capacidad autorrealizadora del ser humano. La psicología positiva estudia distintos aspectos del ser humano, por un lado emociones: la alegría, la felicidad o el amor; por otro, fortalezas como el optimismo, la sabiduría, la creatividad, la gratitud o la resilencia.

El optimismo tiene que ver con la esperanza, se define como una actitud que nos dice que las cosas irán bien, que alcanzaremos nuestras expectativas, en definitiva que llegaremos a la meta propuesta a pesar de las adversidades y sinsabores de la vida.

La felicidad es un estado de ánimo que nos indica que hemos alcanzado una meta deseada, es decir, nos sentimos felices, contentos, alegres y nos sentimos nuevamente preparados para conquistar nuevas metas. Sería como una dimensión interna que se retroaliemnta con lo conseguido y nos prepara para seguir adelante.

Los estudios sobre que las personas optimistas y felices tienen mejor salud son numerosos. Ya el gran Rey Salomón en uno de sus escritos bíblicos afirma “: “Un corazón gozoso tiene buen efecto en el semblante, pero a causa del dolor del corazón hay un espíritu herido” (Proverbios 15:13).
 
Los niños cuyos padres son optimistas serán más felices y se sienten mejor y responderán mejor ante adversidades, así lo demuestra un estudio realizado por las Universidades de Jacksonville y Davis. Que además afirma que el factor que determina si un niño tiene o no esta actitud positiva es si sus padres la tienen.

Muchas investigaciones demuestran que la depresión, la ansiedad y el estrés inciden sobre el corazón muy negativamente y sobre la salud en general. Pero que ocurre si somos felices y optimista pues que nos protege muy positivamente en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Así, lo demuestra una investigación en la universidad de Harvard que afirma que las personas optimista tienen un 50% menos de padecer enfermedades cardiovascuales.

Un estudio de la Universidad de Michigan, publicado en 2011 en la revista Stroke, concluía que el optimismo puede desempeñar un papel importante en la protección contra el accidente cerebrovascular o ictus en los adultos mayores.

Los trabajadores con mayor inteligencia emocional tienen una dedicación y satisfacción laboral superior a la de sus compañeros, según un estudio difundido por la Universidad de Haifa, en el norte de Israel. El autor de la investigación, Galit Meisler, dijo que "los empleados con mayores niveles de inteligencia emocional tienen una menor tendencia a emplear formas enérgicas y agresivas de persuasión, e intentan persuadir a sus supervisores con tácticas de influencia más delicadas".

Las mujeres emocionalmente inteligentes disfrutan más del sexo, según una investigación del King's College de Londres que publicó el "Journal of Sexual Medicine". "La inteligencia emocional parece tener una incidencia directa en el funcionamiento sexual de las mujeres, al influir en su capacidad para comunicar sus expectativas y deseos sexuales a su pareja", explicó la psiquiatra Andrea Burri, directora de la investigación.

Pero se nace optimista y feliz o se puede aprender, pues como siempre hay algo de genético y una enorme influencia del ambiente. O sea, podemos aprender a ser optimistas y felices, primero porque es más una condición que esta en nosotros y no fuera, y segundo porque lo conseguido aumenta nuestra felicidad y optimismo.

El ser humano dispone de herramientas que con estrategias adecuadas nos hará alegres, felices y optimistas a pesar de saber que no siempre las cosas salen bien. Esta actitud positiva beneficia notablemente nuestra salud, y algo muy importante la de las personas con las que convivimos en el trabajo, con los amigos y con la familia.

Así, para potencial nuestras fortalezas positivas podemos empezar por: este decálogo:
  1. El dar las gracias por el simple hecho de estar vivo, y lo más importante que podemos compartir con los demás este hecho.
  2. Tenemos la capacidad de aprender, es decir adquirir conocimientos y utilizarlos para mejorar, aprendiendo de nuestros errores, o dicho de otro modo podemos desaprender.
  3. Tenemos una enorme capacidad de espera pero utilicémosla positivamente, “esperanza” de que algo bueno va ocurrir. Es más tenemos la capacidad de fe, de certeza de que ocurrirá.
  4. Tenemos la capacidad de mejorar nuestro lenguaje. La palabra tiene un potencial intrínseco que debemos utilizar. Para ello debemos comenzar eliminando de nuestro vocabulario palabras como “nunca”, “no puedo”, “es demasiado”.
  5. Para ser optimista hay que ser perseverante y tener confianza en nosotros mismo, fomentemos la autoconfianza. Sabiendo que podemos superar cualquier desafío.
  6. Aprender a decir no cuando tenemos que decirlo, y desterrar las quejas y los reproches también nos ayudarán a sentirnos más seguros.
  7. Tenemos la capacidad cognitiva de valorarnos a nosotros y a los demás, hagámoslos objetivamente; así aumentaremos el autoconcepto y la autoestisma.
  8. Confiemos en nuestra resiliencia, autocntrol y proactividad que son nuestras capacidades encargadas de crear las condiciones favorables para resolver situaciones adversas.
  9. Utilicemos una comunicación asertiva y empatía. Con ello mejoraremos nuestras relaciones interpersonales y nos sentiremos más felices.
  10. Deberemos tener cuidados con las personas que perturban nuestro bienestar y nos aportan infelicidad.
Y, si las relaciones interpersoanles son tóxicas debemos huir de ellas, apostando siempre por relaciones saludables e inteligentes.
 
Fuente:
Goleman, Daniel (1995). Inteligencia Emocional.
David Jiménez Matthieu Ricard, declarado el hombre más feliz del mundo., Magazine El Mundo, Domingo, 22/4/2007
Sociedad Española de Psicología Positiva
Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pennsylvania